POR JOSÉ NATIVIDAD IC XEC. Todos tenemos un precio, reza el dicho. Un acontecimiento del que tuve conocimiento la semana pasada me ha dejado pensativo y comienzo a creer que sí, en efecto, todos tenemos un precio y la cuestión es saber cuál es.
El martes de la primera semana de noviembre, antes de hacer un viaje al sur de Yucatán, hablé con un amigo que conocí en Peto un año atrás, en un evento con ejidatarios de doce municipios del sur: José Luis Ek Chuc, de Texan Palomeque (comisaría de Hunucmá).
José Luis y un grupo mínimo de ejidatarios libraban entonces y siguen librando actualmente una batalla legal contra el gran “comprador” de tierras en Yucatán, el ex subprocurador de la PGR Rafael Acosta Solís, éste un “hijo muy vivo” de Tabasco como lo calificó Genaro Villamil en Mérida en octubre pasado.
El de Texan Palomeque es un fraude de tierras que se cometió hace tres años, cuando mediante engaños los ejidatarios firmaron un documento en que aceptan la venta de tierras. Con algunas reticencias la mayoría de los 211 ejidatarios ha aceptado su dinero con el paso del tiempo y lo ha gastado, quedándose en estas fechas sin propiedad alguna ni para trabajar, ni para heredar a nadie.
De estos, un grupo liderado por José Luis ha persistido todo este tiempo aunque ha visto mermar el número de sus compañeros. “Eramos 43 pero poco a poco se han ido y aceptado las migajas que le ofrece Acosta Solís. Hasta hace poco éramos 28 y ahora que conversamos somos 20”. Los últimos ocho que claudicaron a la lucha recibieron sendos cheques. El que más recibió fueron 130,000 pesos.
Cuando lo conocí en Peto, José Luis Ek Chuc acompañaba entonces al abogado Rodolfo Bernardo Macossay Cuevas quien habló al pleno de ejidatarios sobre sus derechos y sus ventajas de ser propietario de tierras. Personalmente lo felicité y dije que su exposición fue extraordinariamente clara y muy útil para los campesinos. ¡Cuán difícil es para un abogado hablar en términos simples a campesinos sencillos para comunicar las verdades de intrincados asuntos legales , pero Macossay lo hizo! Algunos puntos que mencionó los escribí en su momento en un breve texto disponible en el Facebook de elchilambalam. Macossay asesoraba en ese tiempo a los ejidatarios de Texan Palomeque.
¿Y cuál es la noticia triste que me contó el martes José Luis Ek Chuc? “Macosay nos jugó chueco ¿Qué no lo sabías?”.
Me refirió que de pronto Macossay dejó de interesarse en las gestiones del ejido y daba largas a los asuntos, y minimizaba eventos que son sensibles a la causa de los ejidatarios. “Pero lo peor fue cuando nos llevó a una junta privada con alguien, y resulta que ese alguien era con ¡el mismísimo Rafael Acosta Solís, para que llegásemos a un acuerdo y cediésemos finalmente!
Hoy Rodolfo Macossay funge también como un asesor de ejido en Hunucmá, y como Acosta (“asesor” desde hace años), recibe generosos beneficios en las gestiones de los ejidatarios cautivos por ellos…. Ni hablar, eso le ha convenido finalmente al abogado. Porque lo triste del campo yucateco es que no hay dinero siquiera para pelear los derechos, menos para pagar bien a los asesores que muchas veces viajan largas distancias. Está de más mencionar que los ejidatarios tampoco tienen muy claro cuáles son sus derechos. ¿Las dependencias encargadas del asunto agrario? Mejor callar en este punto.
–Pero no nos rendiremos –enfatizó José Luis–. Hemos buscado a un nuevo asesor quien en sólo tres semanas armó un caso y a pesar de los obstáculos que nos pusieron las dependencias del gobierno del área agrario ahora estamos amparados ante el Tribunal Agrario Unitario y seguiremos con la lucha por recuperar una parte de esas tierras que fueron tomadas ilegalmente.
En la lista manipulada hace tres años, Acosta Solís integró el nombre de 14 empresarios a los que también ha sacado provecho. Según José Luis Ek, al hablar con los hombres de negocios estos refirieron que le pagaron a Acosta Solís 700 hectáreas de tierras a razón de 7,000 pesos por cada una. (En realidad, el mediador adquirió 7,000 hectáreas a precios irrisorios a los campesinos).
Así, este hombre de vasta influencia en los gobierno del PRI sigue adquiriendo tierras ejidales, aprovechándose de la indefensión de los ejidatarios y de sus necesidades económicas, y valiéndose de maniobras poco éticas.
Y como Acosta Solís, en otras zonas de Yucatán otros compradores van haciéndose de cientos de hectáreas que finalmente acaso quedarán en una sola mano, la mano poderosa que mece la cuna y que hoy día vigila todo desde un lugar oculto.
Los ejidatarios de la “resistencia” no quieren quedarse sin nada. Piden una porción de hectáreas que son suyas por derecho y el jaloneo se centra en esto ante las autoridades. Ellos piden ¡13 hectáreas para cada uno! A raíz del amparo interpuesto contra Acosta Solís, éste ha aceptado darles 9 hectáreas a cada uno, pero en dos porciones separadas una de la otra, que los ejidatarios no aceptan porque no quieres tierras fraccionada, sino juntas.
Larga historia de despojos a campesinos bajo los colores de cualquier partido.