Los jóvenes mayas que tradujeron la Constitución Mexicana hasta el último día de mayo pasado siempre no pudieron cobrar su dinero este viernes 28 pasado de agosto, porque el cheque que entregó el Indemaya tuvo un problema de “compatibilidad” en la firma del librador, Manuel Parra.
Los lingüistas, de Tahdziu (José Cano y Samuel Canul), Valladolid (Alfredo Hau), Sucopo, Tizimín (Gerónimo Can) y Dzan (Felipe Castillo), viajaron una vez más a Mérida “a cobrar” y regresaron a sus casas con las manos vacías.
Después de una demora de dos meses, Indemaya entregó finalmente –y de mala gana– un cheque de 85,000 pesos el lunes 24 de agosto pasado al coordinador del equipo traductor, doctor Fidencio Briceño Chel, quien el mismo día depositó en su cuenta personal dicha cantidad pues el cheque era para “abonar en cuenta” y sólo él tenía la suya.
Pero a causa de la “incompatibilidad” en la firma del librador, el efectivo no se liberó pero en cambio el banco sí cobró una multa de 1,000 pesos a Fidencio Briceño Chel por depositar un cheque malo.
Todo comenzó en abril pasado, cuando el Congreso de la Unión solicitó una traducción de las enmiendas hechas a la Constitución y lo quería enseguida. Dado que un evento institucional debía hacerse por medio de las instituciones, el Congreso acordó depositar los pagos a cuenta de Indemaya (habían pensado hacerlo por medio del Inali) y éste a su vez entregar el dinero a los jóvenes mayas. Fidencio Briceño coordinó los trabajos como representante del INAH, por lo tanto él no gozó de honorarios.
Fueron dos meses de trabajos intensos. “Como todo fue muy precipitado, tuvimos que trabajar intensamente. Sin embargo nos ayudó que ya antes habíamos traducido la Constitución del Estado de Yucatán y muchos términos legales ya los conocíamos y ya lo habíamos traducido”, cuenta al cronista el joven padre de familia Samuel Canul.
El Congreso de la Unión entregó la primera semana de junio 85 mil pesos para el pago de los traductores y desde entonces Indemaya ha puesto obstáculos para pagarlos al equipo. “No entendemos por qué, porque ese dinero ni siquiera es suyo: provino del Congreso y sólo debían entregárnoslo”, comentó al cronista Briceño Chel el 23 de agosto por medio del WhatsApp.
En esta ocasión (es decir, este sábado 29), el contador del instituto Manuel Parra citó a Fidencio Briceño para este lunes 1 de septiembre para arreglar el asunto, “si quiere”. En vano intentó el linguïsta –con 30 libros en su haber– hablar con el actual encargado del Indemaya, Nicolás Avila. “Asuntos que comenzaste con funcionarios anteriores, lo arreglas con ellos”, le ha dicho Avila. Y envió a Fidencio a solucionar el asunto con Parra, pues no es asunto suyo (pero usó otra palabra).
En su primera reacción Parra culpó al lingüista del INAH de lo ocurrido este fin de semana, pero no hay que ser demasiados inteligentes para deducir que el Indemaya está haciendo pagar al equipo de lingüistas el hecho de haber divulgado por los medios la demora de entregar los honorarios.
“No es la primera vez que hago transacciones de este tipo; llevo muchos años”, comenta Fidencio Briceño, quien refiere cómo llegó este asunto a los medios electrónicos. “Uno de los muchachos (traductores) habló con un reportero y éste llegó un día a preguntarme pero con el asunto demasiado embrollado. Entonces accedí a explicárselo para que tenga clara la verdad”. Así comenzó a correr en internet la revelación de que Indemaya es “mala paga”, cosa que no gustó para nada a los funcionarios y se lo han hecho saber a Briceño Chel.
El cosa bien sabida que el Indemaya (como otras instancias indigenistas) es una instancia gubernamental y los elegidos para encargarse de la cuestión cultural son políticos que se preocupan más por su propio bienestar.
Para tener una idea de la sensibilidad del Indemaya basta un botón de muestra (o dos): cuando se presentó en Mérida la Constitución, el 22 pasado, los traductores no fueron invitados (si ellos vinieron es porque Briceño Chel los avisó, y vinieron con la idea de que fueran pagados); después de la presentación Indemaya se negó a hablar con los traductores.
Muchas cosas se cuentan de Indemaya. Para la comunidad de mayeros el Indemaya es el “hundemaya”, porque es lo que hace mejor: hundir a los mayas. En esferas citadinas hay cosas peores: por ejemplo la venta de “certificaciones” por la cantidad de 10,000 pesos, si no simplemente no certifican; asimismo, la aprobación “express” de proyectos siempre y cuando usted acceda a pagar un 10% a su facilitador….
Sin duda más cosas saldrán y con más claridad cuando los involucrados (los desfavorecidos) en asuntos como éste se armen de valor y cuenten y hagan público lo que realmente pasa en los pasillos de las instituciones y dependencias, que teóricamente están dedicados a servir a la población.