POR LÁZARO KAN EK
Ahora que hemos dejado de padecer (no será por mucho tiempo) la persecución, el acoso y el agobio de los candidatos a elección popular en el proceso electoral en el que nos prometieron lo de siempre, quizá podemos con los ánimos en su estado de mayor equilibrio pensar y encontrar un mejor significado del llamado voto nulo.
La decepción de una cantidad importante de ciudadanos, desde obreros, campesinos, estudiantes y hasta intelectuales, en los partidos políticos y en sus candidatos, ha orillado que se piense y se proponga un castigo para los agentes de la corrupción, el maquiavelismo, y el crimen organizado hecho gobierno, de cualquier color que sea.
Los términos “voto blanco”, “voto de castigo”, “voto útil” y “voto nulo” son algunos que se han oído con más frecuencia, y a pesar de ello los partidos han salido bien librados de estas prácticas que no han logrado cuajar en el día de la jornada electoral, gracias a la cantidad de dinero que se despilfarra para “comprar” a precio de ganga la voluntad de millones de mexicanos.
Votar por X o Y candidato partidista o “independiente” no es un fin en sí mismo, es un medi: tiene una finalidad en el entendido de la ciudadanía; es para que los vecinos tengan mejores servicios de salud, de educación, de vivienda, de empleo y de seguridad entre otras formas de convivencia sana y prosperidad, de tal manera que cuando esto se convierte en realidad el ciudadano dice “ha valido la pena mi voto, no le he tirado al basurero, no ha sido inútil”.
Pero cuando eso no sucede, es decir, no hubo mejoras en la vivienda, en el empleo, en la salud en la educación etc. sino al revés: hubo fraude, corrupción, inseguridad, desempleo, etc. entonces el voto dado al candidato ganador ha sido nulo, se cumple el dicho, “votar es abdicar”.
El voto nulo paradójicamente ha sido muy criticado por los partidos políticos, ya que le han hecho creer a los ciudadanos lo contrario a su verdadero significado; para los partidos políticos, nulo es el voto que se les ha negado, en cierto sentido tienen razón, es nulo para su causa y beneficio, pero no así para el ciudadano que no se deja engañar, que no cae en la trampa cualitativa de los que practican esa palabra maquiavélica “el fin justifica los medios”.
El voto nulo es el sufragio efectivo en nuestro tiempo, muchos ciudadanos han anulado su voto, votando por su candidato y partido favorito, pues sus necesidades de salud, de vivienda, de empleo, de seguridad, de educación etc. no han sido satisfechas. Más bien, quienes han recibido los votos han cambiado la voluntad popular por su voluntad e interés particular potenciando la corrupción, la inseguridad, la violación a los Derechos Humanos, etc.
Conservar para sí el voto no es anularlo, es más bien un derecho que el ciudadano decide ejercer como parte de su inconformidad ante candidatos y partidos que han defraudado la confianza del pueblo continuamente, quienes lo han combatido con las leyes y la fuerza tal como lo receta Maquiavelo al Príncipe, no les importa asesinar a Ramiro D’Orco, no le importa a doña Catalina el asesinato de sus hijos con tal de conservar el poder. Votar por este tipo de gobernantes es anular el voto.
En un tiempo tan extraño y tan doloroso como el nuestro, es bueno para los que estamos abajo, pensar en lo que viene, es bueno como dijo una voz rebelde, buscarnos, encontrarnos y juntos brincar cercos. Contacto con Lázaro Kan Ek.