POR BERNARDO CAAMAL ITZÁ, comunicador maya
La Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) organizó un proceso “que aparentó foros de discusión para nombrar representantes” que asistieran a la décimatercera cumbre sobre cambio climático (COP13, del 2 al 17 de diciembre) en Cancún y maniobró para que los que de verdad estuvieran presentes en el evento fueran “los aplaudidores” del sistema.
Nunca CDI abrió un proceso real y transparente, y con eso frustró una discusión real en los temas medulares en la Cumbre Múuch’tambal sobre la Experiencia Indígena: conocimiento tradicional y diversidad biológica y cultural” que se realizó dentro de encuentro internacional en Cancún, Quintana Roo.
Medios de comunicación quintanarroenses informaron que al final la CDI “terminó dando un trato más que indigno a representes mayas de Quintana Roo, conste que en esta cumbre asistieron delegados de pueblos de toda América, pero no pudieron ingresar representes mayas de Quintana Roo (sobre todo, quienes están), directamente relacionados con la Guerra de Castas, unos de la principales ejemplos históricos de resistencia indígena.
“La CDI invitó a un sacerdote principal de uno de los centros ceremoniales de la Cruz Parlante y a un grupo de Mayapax. Pero no ingresaron porque a alguien en la CDI se le olvidó obtener las acreditaciones. Y ahí se quedó en la puerta la representación indígena más genuina de Quintana Roo. Mientras tanto, la encargada de la delegación de la CDI, Susana Valencia y sus consejeros, felices de la vida en el Moon Palace, sede de la COP 13, durante todo el fin de semana”, publicó un medio.
Lo que sucedió en este encuentro internacional dejó en claro cómo la CDI “cumple con sus objetivos institucionales”. Primero quiso aparentar que es un claro interlocutor de los pueblos originarios, independientemente de “las huellas” que dejó, de que no hay una “interlocución” real, sino que solo trabaja con “sus líderes nombrados de acuerdo con sus intereses”.
Quedó más claro que la CDI lejos de buscar el cumplimiento de sus objetivos fundacionales, más evidencia cada vez más que solo se apega a los intereses de las megaempresas que atentan contra el desarrollo de los pueblos originarios, como los transgénicos; su acción fue más evidente que lo que sucedió hace algunos meses en Campeche donde “alineó al personal de las radiodifusoras” a que traduzcan en las lenguas originarias diversos materiales que alientan el cultivo de las semillas transgénicas, y pese que es de su conocimientos que en los últimos años se multiplicaron problemas en torno a la tierra y de sus recursos, en donde intereses internacionales imponen a sus incondicionales en las instituciones agrarias, a la par que amenazan formas autogestivas que se practican en los ejidos y comunidades.
¿Y qué hace CDI para defender a la gente que vive en los pueblos y comunidades? No hay pronunciamiento y menos acompañamiento real. No hace nada.
Peor aún, en los últimos años se visibiliza no solo la suplantación de los liderazgos locales, sino cada vez programas y servicios que alientan el desarrollo comunitario, pero analizando esa actuación ante los problemas nacionales y la búsqueda de un mejor presupuesto para los pueblos originarios, parece que su objetivo es desalentar el desarrollo local, y esto se observó el año pasado con el recorte del persona que trabajan en las radios que opera la misma CDI; ahora estos medios cada vez son más “centralizadas” y con más mensajes gubernamentales donde estos medios dejan de respetar sus respectivas barras de programación, ahora quedan al garete” ¿Y sus consejos consultivos? No operan “son callados” porque solo son de consulta.
El detalle es que mientras “recorta al personal” y digitalizan sus servicios, finalmente esas radios dejan de transmitir esa voz cálida de una cultura viva en continua construcción y de reconstitución; las radios “dejan de transmitir en parte esas noticias locales” y hay menos espacio en programas de análisis y discusión en el idioma de la misma comunidad. Así, la CDI se contradice en sus programas como es del Centro para el Desarrollo de la Inteligencia, donde se señala que esta institución tiene como objetivo superior elevar la calidad de Vida de Hombres y Mujeres, en tanto que entre sus objetivos internos figura que hasta “nos enseñan a pensar” –formar personas en sus dimensiones psicológicas y espiritual, partiendo de fundamentos emocionales, de Inteligencias Múltiples y Enseñar a Pensar– asimismo desarrollar, Coordinar y Apoyar Programas y proyectos preferentemente Educativos y de desarrollo social y cultural del País.
Ahora con estas evidencias que se registran en los foros internacionales, nacionales y regionales, o en sus servicios que prestan con la comunidad, el mensaje es claro: la CDI ya no trabaja para los pueblos originarios, menos gestiona y posiciona el tema indígena en la agenda nacional. Peor aún en el análisis en temas coyunturales relacionados con el cambio climático, y con esa actuación institucional, marca y remarca, solo quiere escuchar su misma voz, y deja de cumplir la Constitución en materia indígena.
La CDI tiene como objetivo orientar, coordinar, promover, apoyar, fomentar, dar seguimiento y evaluar los programas, proyectos, estrategias y acciones públicas para el desarrollo integral y sustentable de los pueblos y comunidades indígenas de México, de acuerdo con el artículo segundo de su Ley de creación, y según lo establecido por el artículo segundo de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.– B.C.I. Peto, Yucatán, México, 16 de diciembre de 2016.