Por BERNARDO CAAMAL ITZÁ. Los pueblos mayas del sur están en la indefensión y las autoridades no logran todavía articular una estrategia para contener los casos de dengue y chikungunya.
Niños, ancianos y la gente en general temen por su salud ante temperaturas muy altas que registran los termómetros, 38 ó 40 grados, lo que provoca temblor y quejidos de quienes lo padecen.
Varios entrevistados señalan que desconocen cómo afecta realmente el chikungunya. En gran parte de las colonias de varios municipios sureños, entre amigos, vecinos y conocidos, relatan sus experiencias de quienes ya padecieron de los efectos del virus.
“Ayer muy en la mañana al levantarme sentí un cansancio muy terrible, es más por poco me caigo en el baño, y tuve que buscar donde respaldarme para no caer”, cuenta uno.
“No sabía qué tenía, de rodillas, con trabajo prendí la candela y puse agua para calentar y preparar el café. Mi espalda, mis brazos y mis pies, lo sentía muy mal, y me quede casi jorobada”, señaló otra de las entrevistadas.
Hay campesinos que señalan que estando trabajando en sus milpas se quedan sin fuerzas y se quedan ahí, no tienen fuerzas para regresar.
“Nunca en mi vida me había desesperado tanto en ver como mi hijo no se la baja la temperatura, y luego llegas al hospital siempre está lleno de muchos enfermos ¡Dios mío! Espero que no me toque pronto, como cuido a mi madre ya muy enferma y a mis dos hijos…”, relata en lengua maya mientras enjugaba sus lágrimas una de las mujeres en el hospital.
Otros relataron una consulta médica este sábado en el Centro de Salud de Peto
“Fuimos y tardamos mucho tiempo en recibir la atención médica, al final nos dijo el doctor que no hay paracetamol”.
Entre quejidos, llantos y gente de la tercera edad llegan constantemente al Centro de Salud, en este caso de una población que oscila entre los 24,000 habitantes. Quienes deseen conocer la situación real que aqueja las comunidades sureñas basta llegar a los centros de salud.
Los hospitales parecen centros de atención y refugio después de una guerra, en este caso de una guerra perdida contra un mosco y por la ineficiencia de las autoridades de salud.
Autoridades municipales apenas despiertan de su letargo. Algunos solo alcanzaron colocar algunos carteles en algunos lugares públicos, como en el caso de Peto donde priva el tortuguismo en todos los niveles y áreas de trabajo, lo que aclara que no tienen claro en sus funciones públicas y desde luego cómo coordinarse con la población.
En Peto hasta hace algunas semanas las lluvias no habían caído y había cierto control natural en la reproducción y brote de los moscos, y ahora con las recientes lluvias se espera un rebrote de los transmisores del dengue y del chikungunya, mientras que las estrategias de salud pública aún está por los suelos. (De manera oficial habrá una campaña de descacharrización los días 26 y 27 de septiembre).
Los moscos no esperan y están todas las condiciones para aumentar su población, lo que favorece que aumente el número de infectados, tales como los maestros y sus alumnos, los padres incluso algunos médicos.
Las comunidades y familias que sufren el azote del chikungunya es que están abandonadas a su suerte, sin recursos económicos para sufragar los costos de este terrible mal, además del boquete económico que deja en su modesta economía, y con el detalle de “cómo pagar las deudas si las cosechas prácticamente están perdidas”
En las redes sociales se comparten algunos remedios naturales para lidiar con el chikungunya: tres cucharadas de miel, tres piscas de bicarbonato y un limón tres veces al día.
Otros comparten sobre la fabricación de repelentes naturales: un litro de alcohol, le quitas 100 ml de alcohol y le pones esa misma cantidad de aceite Menem, luego le pones 40 clavos del que se usa para la comida y unas hojas de orégano. Dejar de reposar 24 horas y luego te lo aplicas en el cuerpo y actúa como repelente.