“Para el declamador, un gesto vale más que mil palabras”

La declamadora Yazmín Gaspar, en la Biblioteca del Maestro, Mérida

La declamadora Yazmín Gaspar, en la Biblioteca de la Casa de la Historia, Mérida

“En declamación, un gesto vale más que mil palabras”, recordó Yazmín Gaspar, en su conferencia Poesía y declamación, esta noche en la Biblioteca de la Casa de la Historia de la Educación, en Mérida.

Durante 40 minutos, la profesional habló sobre el arte de ser un declamador y mencionó algunas características que deberían poseer quienes aspiran a incursionar en esta disciplina.

“Declamar”, dijo la también radiolocutora, “no es recitar. Uno puede recitar un cuento, un poema, una receta, pues significa ‘decir en voz alta’”. Asimismo, aclaró, un declamador no es un actor, y mencionó el caso donde el declamador sale al escenario vestido como el personaje que va a referir.

“Un declamador es un lector, posee un criterio amplio y de una sensibilidad exquisita. Amante de las bellas artes, es dueño también de una excelente memoria”, detalló Yazmín Gaspar ante un público atentísimo que llenó el recinto.

“Para un declamador, la voz y el gesto son primordiales”, indicó la periodista y describió las virtudes de cada característica.

Experimentada desde muy joven en esta disciplina, la exposición de Yazmín Gaspar estuvo matizada de anécdotas que ha vivido en su carrera como declamadora.

El camino a una concurso consta de tres estaciones, continuó. Primero, la etapa de preparación durante la cual el declamador conoce las reglas del certamen, elige el poema, lo estudia, se apropia de él y practica sin cansarse; el segundo momento es el mismo concurso durante el cual el declamador debe demostrar la disciplina y el carácter, cuando demuestra todo lo aprendido, superando el nerviosismo (en este momento aconsejó leer lentamente). La última etapa es la retroalimentación. “No se trata de que si perdiste dices adiós y hasta el otro año. No. Debes detenerte y revisar tus errores y trabajar sobre ellos”, indicó la conferencista.

Antes de cerrar el evento con dos declamación, Yazmín Gaspar puso de relieve que el buen declamador debe emocionarse y comunicar ese sentimiento pero no más. “El público puede llorar, pero nunca el declamador. Hacerlo es inaceptable”.

Yazmín Gaspar regaló a la audiencia dos poemas: La Gorda y Lo que me hace falta, y fue correspondida con generosos aplausos.

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