POR GABRIELA GUTIÉRREZ, activista de Campeche
A VECES RÍOS
Si llevan agua
son ríos.
Si no,
son caminos
WENE` E NIMA`
We kab`in ja` chupam
xa are e nima`.
Are we maj,
xa are e b`e.
CAMPECHE, Campeche, 14 de diciembre de 2016. Por azares del destino llega a mis manos un ejemplar de la revista “Hola” y en lo que esperaba mi cita me puse a hojearla, ya ni recuerdo qué esperaba.
De repente me topo con una nota sobre uno de los Barbachano. ¿Qué sé de los Barbachano? No mucho: por ejemplo, que eran dueños de una de las operadoras de tours a Chichen Itzá más importante de Cancún, no tengo idea de cómo pudieron haber perdido el nombre teniendo todo a su favor. Por ejemplo, ser dueños del hotel Mayaland lo que daba a sus clientes acceso a la zona arqueológica desde el hotel ya que era el único que se encontraba ahí, La comida de sus clientes que visitaban la zona arqueológica se hacía en el hotel y tenían acceso privilegiado al espectáculo nocturno de luz y sonido. En fin, eran privilegiados. Pierden el nombre y se vuelven Grey Hound, compañía estadounidense que opera autobuses. Pierden presencia en Cancún que es un mercado muy fuerte.
Regresando a la nota, en ella se habla de una familia que ha hecho mucho por Chichén Itzá, por preservarla, que gracias a sus influencias fue descubierta, que se dio a conocer en el mundo, y finalmente dan un ejemplo en imágenes de la vida de este personaje de apellido Barbachano. Revelan “por primera vez” el interior del lugar en donde han recibido personas de la farándula, a reyes, a gente de la realeza Europea, etcétera.
Todo se lee muy bonito, pero lo que se me hizo chocante –porque no puedo pensar en otra palabra que exprese lo que siento– es la falta de amor a la comunidad maya. Cómo no estar agradecidos con esta comunidad que les ha dado tanto. El palacio en el que viven con decorado completamente europeo, ¡carece totalmente de algún recuerdo de esa comunidad a la que ellos le deben tanto!
Luego me pongo a pensar, ¿debería la comunidad estar agradecida de tener miles de turistas diariamente deambulando por sus lugares sagrados?, ¿De adquirir costumbres de otras culturas por haberse visto forzada a alternar con esas personas? ¿Qué hubiera sido diferente? ¿Por qué razón el gobierno no aceptó la donación que ellos hacían de los terrenos en donde se encuentra la zona arqueológica?
Tengo muchas dudas, pero lo que es una realidad es que las zonas arqueológicas están siendo comercializadas y no por los pueblos originarios, sino por personas ajenas que piensan que por dar trabajo a las personas de la comunidad están haciéndoles un favor.
(La activista se refiere a un reportaje de la revista “Hola” sobre los “guardianes” de Chichén Itzá y el personaje entrevistado es Eugenio Barbachano. Descarga aquí el PDF )