Peto, un botín político del PRI por medio de la CDI

Por Gilberto Avilez Tax, doctor en Historia de Yucatán

Los indígenas mayas son hoy día un motivo folclórico y una fuente para hacerse de “ingresos”

En la CDI de Peto se nombró recientemente director a un reconocido priista de esa villa al sur de Yucatán: sin formación que posibilite el derecho a la duda a su nueva gestión (es profesor de educación física), sin ninguna cercanía –y hasta empatía- con la problemática indígena en Yucatán, ni menos trabajo permanente con el pueblo maya que lo respalde, arguyo que el tipo no sabe ni por qué diablos lo pusieron ahí sus patrones. Y hay que decir que en la CDI de Peto ya se está normalizando estas situaciones, pues el anterior director igual tenía ese nulo perfil, hecho de compadrazgos del partido.

Mi objeción contra este personaje no es porque sea priísta de larga data, y maña, sino porque su puesto se le otorgó por ser parte del partido. No cuenta más que con ese atributo.

Alguien me señaló que, en este tópico, se hace presente el hecho de que no reconocen a los mayas actuales, pero bien que se favorecen granujas de pueblo con los recursos de la CDI. ¿Acaso es este enroque, con miras al 2018 para que el alicaído priísmo asegure la presidencia municipal de Peto? ¿Posibles intenciones de desvíos de recursos, de los parcos recursos destinados a las poblaciones mayas del sur de Yucatán? No lo sé. Pero lo que sí sé es que esta elección es un insulto al pueblo maya de Yucatán, lo que sí sé es que esto hace patente la poca importancia que el gobierno actual le otorga al tema: ¿los indios?, ¿cuáles, los del libro vaquero?; ¿los mayas, cuáles mayas, los de Chichén?

Manolo Euan, amigo de Bacalar, me ha planteado lo que a veces olvidamos: ¿donde está el derecho a la consulta en situaciones como lo que sucede en la CDI-Peto y su flamante director? Puras simulaciones.

Hay que decirlo, “los derechos indígenas” se han convertido en la retórica vacía del país de la gran simulación: un Estado simulador que pretende aceptar mecanismos internacionales y nacionales con los que se relaciona con las comunidades y pueblos indígenas, pero que en lo concreto simplemente se mueve por facción. Leyes indígenas que se obedecen, pero no se cumplen a falta de voluntad política, la brecha entre el marco jurídico y la realidad en lo que concierne a la protección de los pueblos indígenas en México, se hace cada vez más amplia[1] en el país de los neoliberales y de la violencia criminal, política y económica.

Un Estado más cercano a la peste del indigenismo desindianizador, pero que en Yucatán se vuelve simple simulación. La mascarada es completa: todos contribuyendo con esta gran simulación.

[1] “Pueblos indígenas: leyes sin voluntad. Letra muerta y atropellos”. La Jornada maya, 17 de Julio de 2017. En https://lajornadamaya.mx/2017-07-17/Pueblos-indigenas–leyes-sin-voluntad

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