Tiempo de cerdos: quiénes maniobran para imponer la megagranja en Homún

Por Juan Carlos Faller Menéndez

megagranja Homún

Foto de Hugo Borges / Un manifestante ondea la bandera maya, el viernes pasado en Homún

No hay que darle muchas vueltas al asunto: el delegado de la PROFEPA, José Lafontaine Hamui, es un irresponsable, un servil, un cobarde (tal vez en ese orden de aparición, pero al contrario en atrocidad). ¡Mandar inspectores suyos, bajo su responsabilidad, a dar la cara por su cobardía! ¡Tirar la piedra y esconder la pezuña en la sima de su bajeza! ¡Encender la pradera desde la escalerilla del avión que lo llevará de regreso –impune- al altiplano! ¡Cobarde, servil, irresponsable, venal! Abusador criminal de su autoridad, deslealtad cobarde ante su misma gente (la que lo acompañó y sufrió durante su encargo).

Lafontaine Hamui (o LaFontaine, que para el caso es lo mismo) habrá tenido que escuchar a uno o dos de los inspectores que reconocí en los videos del pasado viernes, a quienes él quiso despedir casi desde el día en que llegó a Yucatán. Veteranos que han sabido sobrevivir por sexenios al desgaste de una lucha imposible, ninguneados y acosados desde el escritorio del delegado actual y desde el crimen.

Lafontaine habrá tenido que oírlos, porque los inspectores sabían a lo que iban, y lo que su presencia y los sellos provocarían: la ira popular.

Comandante cobarde, traidor, servil, ¿a quién estará sirviendo?

O tal vez Lafontaine paró en seco el alegato de sus veteranos: él sabía lo que estaba haciendo: traicionarlos, mandarlos a defender una causa de cerdos y a poner un parche al atentado contra la pureza del agua -la de todos, que es sagrada.

Comandante cobarde, traidor, servil, ¿a quién estará sirviendo?

Mandó a sus inspectores, no impedir la entrada ilegal de cerdos a un mega encierro amenazante (de tsunamis de inmundicia), sino a poner sellos de clausura en cenotes de los que viven dignamente varias familias mayas.

Comandante cobarde, traidor, servil, ¿quiénes son tus cómplices?

megagranja Homún

Foto de Hugo Borges / La fuerza del Estado fue evidente en Homún, para “disuadir” a los manifestantes

El titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (SEDUMA), Eduardo Batllori Sampedro, tiene un doctorado en Hidrología, y antes de asumir hace más de una década la titularidad de esa secretaría (llamado por una conocida empresaria porcícola convertida en gobernadora), trabajaba en el Departamento de Ecología Humana del Cinvestav (Unidad Mérida). El Dr. Batllori sabe perfectamente lo que significa una mega-granja porcícola en una zona de cenotes turísticos de los que viven decenas y decenas de familias de los alrededores. El Dr. Batllori sabe muy bien qué futuro le espera a un anillo de cenotes salpicado de bombas de mierda. Pero como buen sirviente de Pilatos, el Dr. Batllori ha intentado (inútilmente) lavarle las manos pezuñosas al gobernador Zapata Bello. “Es que el permiso no es competencia estatal, sino municipal” (y claro, a veces federal, cuando de hacerse de la vista puerca se trata).

(De los poderes judiciales -estatal y federal- mejor ni hablamos. Salvo contadísimas y dignísimas excepciones, es un chiquero de almas. Le o les jueces estatales que dieron luz verde a la operación de la mega porquería tienen almas gemelas).

Así pues, ante tanta traición, servilismo y cobardía, ante la ausencia de justicia y el alto muro de corrupción que los oprime, ¿qué opción les queda a los defensores del agua y de una vida digna? La respuesta civilizada es: una manifestación popular firme, física y pacífica.

¿Y qué opción les queda a los cobardes traficantes de puercos ante una demostración así? Pues montar una provocación y cruzar los dedos para que se derrame sangre humana ajena (local) y todo caiga en el ámbito de la justicia (federal de ser posible). ¿Y quién mejor para ello que la PROFEPA, cuyo delegado Lafontaine Hamui ya se va y le vale un pepino (siempre le ha valido) lo que suceda en Yucatán? Además, como chiste negro está perfecto: que la misma dependencia responsable de proteger la calidad del agua contra atentados tipo mega porquerías en el anillo de cenotes, sea la que clausure (real y no simbólicamente) las fuentes de trabajo de las víctimas.

A Lafontaine Hamui, torpe e inepto por suerte, le fallaron sus cálculos: no hubo sangre para inculpar a nadie. Es que así es Yucatán, con o sin Saidén: es un pueblo noble.

Pero volviendo a la pregunta: ¿a quién sirve el delegado cobarde, traidor y servil? Aquí tal vez convenga recordar un poco de historia:

megagranja Homún

Foto de Hugo Borges / En la manifestación pacífica la gente acudió a pie y en tricitaxis, en Homún

Hace más de dos décadas, cuando se fundó la compañía Kekén, hubo el rumor de que el negocio porcino era mayoritariamente de la familia de Carlos Hank González, secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y cabeza del poderosísimo Grupo Atlacomulco, del que procede el actual presidente Enrique Peña Nieto.

Y cuando Ivonne Ortega Pacheco (conocida empresaria porcícola) se hizo gobernadora de Yucatán (2007-2012), los negocios de Carlos Hank Rohn (primogénito del finado Hank González) se incrementaron en el estado (créditos y financiamientos bancarios para el gobierno estatal, concesión de operación y construcción del “Gran Museo del Mundo Maya”, y otros por el estilo). Se vio clara la mano pezuñosa del Grupo Atlacomulco sobre Yucatán.

Por ello quizás la repuesta a nuestra pregunta de a quién sirve el delegado de la PROFEPA en Yucatán, habría que precisarla haciendo otras preguntas: ¿Quién tiene la autoridad para hacer que José Lafontaine Hamui se muestre tan palmariamente como el cobarde que es? ¿Quién puede manchar tan a su gusto y con tanta atrocidad la mediocre y triste despedida del gobernador Rolando Zapata Bello y sus ya muy quemados secretarios? ¿A quién sirven los jueces venales estatales (y federales si se ofrece)? ¿A quién sirven varios legisladores yucatecos, estatales y federales, del PRI y de sus satélites?

Tal vez la respuesta sea: a la familia Hank y al Grupo Atlacomulco. Sólo así podría yo explicarme tanto despliegue de cinismo, cobardía, servilismo, descaro, traición y miedo de las autoridades y legisladorxs yucatecxs. Bien saben a quién le deben sus puestos y su carrera política. Si no, pregúntenle a la del viejo sillón.– Mérida, septiembre de 2018.– [email protected]

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