POR JORGE Martin Castillo, empresario
Voy a escribir estas líneas con todo respeto ya que entiendo que las cosas no pueden cambiar de la noche a la mañana. Las escribo porque siento que hay que aclarar muchos puntos en relación con los palenques de pelea de gallos. Ya viene la Feria de Ixmatkuil 2017.
En otros siglos, para justificar la esclavitud se decía que los negros no tenían alma y por tanto podían ser tratados como animales. Hasta hace pocos años los nativos de América tenían que asistir a misa en la “Capilla de indios” porque era “claro” que no eran iguales a los anglosajones. Muchas veces se buscan argumentos sin sustento con tal de “defender” acciones que en el fondo –conscientemente– sabemos que no se justifican. En el caso de las peleas de gallos, que aunque sean una tradición milenaria que se venía haciendo 300 años antes de Cristo, no significa por ello que deban seguir haciéndose. Se hacen simplemente porque son negocio. Hay muchas personas que disfrutan ver sufrir a los animales. Pero no por esto se justifican. En todo caso tendríamos que justificar y permitir que vuelvan los tiempos de gladiadores de la antigua Roma y peleen a muerte.
Hay muchos perros que son entrenados para matar o para pelear –lamentablemente–. Pero no está en su naturaleza “el arte de la guerra”. Los niños saben que no hay animales malos. Hay animales peligrosos.
En el caso de los gallos de pelea estos no nacieron para pelear. En la naturaleza las peleas entre animales de la misma especie se dan por razones de territorio, dominio. Pero nunca como diversión. Se pueden buscar justificaciones, por ejemplo que en los lugares en donde se llevan al cabo las peleas de gallos acuden familias, los niños se divierten y los señores fraternizan. Igual pasaba en el Coliseo Romano hace dos mil años hasta que la razón abrió los ojos a los hombres.
¿Los gallos de pelea no sienten dolor? Que le pregunten a cualquier veterinario serio si los animales no sufren cuando se les maltrata. Seguramente muchos de los métodos de matanza en varios rastros son igual –o peor– de crueles que una pelea a muerte entre animales. Pero no por esto se deben justificar las peleas de gallos.
Sé que es toda una industria y genera ingresos para varias familias que de esto viven. Pero tiene que acabar. Y no se va acabar de la noche a la mañana. En la medida de que tengamos y sembremos conciencia sobre el respeto a los animales quizá –y lo deseo de todo corazón– las futuras generaciones ya no tengan el gusto por las peleas de gallos y las familias que de esto viven encuentren otro modo honrado de sustento. Seamos sensibles sobre estos temas y pongamos en nuestras casas, en nuestras comunidades un granito de arena respetando a los animales con los que convivimos. De ellos también es el planeta.– Mérida, 9 de noviembre de 2017