EDITORIAL
El 3 de abril de 2016 entró a la historia universal como el día de la filtración de la mayor cantidad de documentos obtenidos por un hacker, 11.5 millones.
El día del Panama Papers. “La madre de los escándalos” –por ahora al menos– de los famosos.
El día en que muchos lectores online aprendimos la frase “empresas offshore”: empresas en paraísos fiscales, sociedades creadas fuera del país de residencia del famoso.
Pero no hay que perder de vista que los paraísos fiscales no sólo existen sino además son legales. Abrir una empresa en un paraíso fiscal no es sinónimo de cometer un delito. Lo que sí es ilícito es no pagar impuestos por el dinero depositado en cuentas abiertas en un paraíso fiscal, o usar esas cuentas para blanquear dinero malhabido.
En teoría una persona abre una cuenta en un paraíso fiscal porque en éste pagará menos impuestos por el dinero.
En los hechos, muchos lo hacen para evadir impuestos en el país donde tienen su domicilio fiscal y –en el peor de los casos– para ocultar y blanquear dinero obtenido de manera ilícita, como robo, fraude, narcotráfico…
En el escándalo de Panama Papers los nombres de famosos se leen y releen, pero no hay que perder de vista que no todos ellos, necesariamente, evadieron impuestos u obtuvieron el dinero delinquiendo.
La atención, entonces, tanto de nosotros el público como de los gobiernos que dicen combatir la corrupción se debe centrar en aquellos que sí delinquieron mediante sus cuentas en paraísos fiscales.
Y precisamente la utilidad de Panama Papers es que saca a la la luz pública mundial la ruta del dinero –documentada por Mossack Fonseca– que presidentes de países, amigos de ellos, reyes o sus parientes, políticos, empresarios, deportistas y directores y actores movieron del país donde residen a paraísos fiscales.
Mossack Fonseca, bufete de abogados en Panamá del cual fueron hacheados los 11.5 millones de documentos en 25 idiomas, permitió conectar a 214.488 personas de más de 200 países, identificar 15,300 empresas creadas en complicidad con poco más de 500 bancos de 1977 a 2015, e identificar 21 paraísos fiscales, desde Nevada (EE.UU.) hasta Singapur y las Islas Vírgenes.
De la larga lista de nombres destacan el presidente ruso, Vladimir Putin, y, de México, Juan Armando Hinojosa Cantú, el constructor favorito del presidente Enrique Peña Nieto, mas –aunque nadie lo crea– no se menciona a Peña Nieto como dueño de una cuenta bancaria en un paraíso fiscal.
Pero llama la atención que en el mar de nombres haya gobernantes de casi todo el mundo, pero ninguno de Estados Unidos, Canadá y México, el más corrupto entre los países de la OCDE y el undécimo con mayor corrupción en América Latina, según el Indice de Percepción de Corrupción de la organización Transparencia Internacional difundido en octubre de 2015.
¿Cómo explicar que ningún gobernante de los tres países de Norteamérica esté en el Panama Papers?
Descartada la hipótesis de que ningún presidente, gobernador o alcalde de esos tres países abrió una empresa en un paraíso fiscal a lo largo de los últimos 38 años (1977-2015), nos quedan dos presunciones:
O en esos tres países ningún gobernante contrató los servicios de Cossack Fonseca en ese período. Lo cual también es difícil de creer, pero es posible que otro despacho jurídico sea el favorito de los poderosos de Norteamérica.
O la fuente que en 2015 entregó los 11.5 millones de documentos al diario alemán Süddeutsche Zeitung eliminó todo registro de gobernantes de Norteamérica.
Si esto último ocurrió, entonces surge la interrogante: ¿Por qué lo hizo? y hay luz verde para pensar que cobró por el borrado –lo que equivaldría a hacerse multimillonario– o lo borró para proteger intereses de “seguridad nacional”, “investigaciones en curso” o cualquier otro discurso propio de los gobiernos… O el hacker fue contratado o es empleado del gobierno de alguno de estos tres países.
Las interrogantes no paran ahí.
Tras consumir el tsunami de notas sobre Panama Papers –que esta madrugada del lunes 4 de abril ya sumaba 1,750,000 resultados en Google News– y enterarnos de nombres y más nombres, algunos nos preguntamos: ¿Y qué?
En esta época en que se da valor sólo a lo que es útil, es una posibilidad que Panama Papers se quede sólo como noticia de consumo… sin impacto práctico.
Esto no sería raro dado que muchos de los expuestos al escarnio público son los poderosos que mantienen la hegemonía política y económica del sistema capitalista en este planeta Tierra.
Panama Papers sí, tiene valor en esta época en que la información es mercancía. Falta ver qué otro valor aportará a la vida de los que no vivimos en el Olimpo capitalista.
¿Cambiará algo? ¿Desaparecerán los paraísos fiscales? ¿Devolverán el dinero que fue robado al erario o a las personas estafadas y que fue depositado en paraísos fiscales?
Panama Papers por lo pronto es el escándalo mediático que entró a los anales de la historia el 3 de abril de 2016, al igual que el 3 de abril de 1973 quedó como el día histórico en que se hizo la primera llamada por celular.
¿Cuántos no nos enteramos de Panama Papers gracias a nuestro celular? Seguro poquísimos.