El patrimonio inmaterial ligado al territorio, la pérdida más grave e invisible por el “tren maya”

Ponencia del doctor Aurelio Sánchez Juárez, del CIR Sociales, UADY, sustentada el 3 de mayo pasado en Valladolid, Yucatan, en el Foro Legislativo-Académico de la Frontera Sur: el Tren Maya Yucatán. 

Hablar sobre el posible impacto que el proyecto de El Tren Maya generará en el patrimonio cultural de Yucatán casi siempre nos remite al tema del impacto que tendría el patrimonio edificado con la llegada de mayor turismo al estado. Este patrimonio arquitectónico es el generado durante el periodo mesoamericano y durante el periodo virreinal, el cual es vasto y rico en expresiones arquitectónicas ubicadas en zonas arqueológicas, ciudades y pueblos del estado de Yucatán. Si bien, el patrimonio arquitectónico – representación del patrimonio cultural material– sufre de un constante deterioro, indudablemente éste podría acelerarse con la llegada masiva de turismo a los sitios en los que se encuentran.

Un aspecto importante que considerar con el patrimonio cultural material –que están clasificados en bienes muebles e inmuebles, espacios abiertos y vialidades históricas–, es reconocer que tienen una íntima relación con el patrimonio inmaterial al estar ligadas muchas de estas edificaciones a ritos y costumbres de la población que los habita. Este patrimonio material ya tiene un uso constante por la población que los alberga, el cual se verá impactado por la llegada del turismo.

En efecto, si este flujo no se controla sucederá lo mismo que en muchos sitios culturales del país proyectados como polos turísticos: la alteración de la dinámica sociocultural de las comunidades y la invasión de su intimidad. Pero la celebración de los espacios sacros es sólo una parte del patrimonio cultural inmaterial: muchos ritos se celebran dentro y fuera de los edificios, y es en estos espacios externos los que más daño sufren cuando se aplican políticas públicas, en especial para la construcción de equipamiento que es edificado en espacios abiertos, impidiendo la continuidad del uso ritual de estos espacios, muchos de ellos, vestigio del urbanismo maya en poblaciones del estado de Yucatán.

El patrimonio inmaterial también está vinculado al territorio y a la naturaleza, siendo éste el que menos se percibe por las autoridades pues está unido a la cosmovisión de los pueblos originarios y forma parte de su filosofía de habitar el territorio. Este patrimonio inmaterial es el más propenso a ser dañado en proyectos de este tipo, ya que no es considerado en su totalidad y por lo mismo imperceptible en el deterioro que sufre.

DESPOJO Y TERGIVERSACIÓN DE LA CULTURA

Como ejemplo está el uso del nombre del pueblo originario de estas tierras para fines de mercadotecnia hacia el exterior, pensando siempre en una cultura maya muerta para vender y folclorizar la cultura de un pueblo vivo. Festivales internacionales, comercios, organizaciones y ahora un proyecto de tren utilizan el nombre de los mayas sin involucrarlos en el planteamiento y desarrollo de los proyectos, generando con esto el despojo y tergiversación de su identidad. ¿Tren de los mayas? ¿Tren para los mayas?

Ni uno, ni otro. Si bien, el proyecto del tren maya es uno más de tantos proyectos y megaproyectos pensados para el “desarrollo” de la zona de la península de Yucatán, poco ha tenido que ver con el pueblo maya y su filosofía de habitar el territorio. Llamarlo maya no lo hace maya.

¿Qué hacer ante esta situación? El Consejo Nacional de Ciencia, Humanidades y Tecnología apuesta por la inclusión de las humanidades en el ámbito de la investigación, privilegiando en estos casos el diálogo de saberes. Proyectos como el de “El tren maya” deberían ser pensados desde esta perspectiva, en especial cuando se involucra un impacto en el patrimonio cultural y territorio de pueblos originarios pero la postura intercultural aún no se vislumbra.

El diálogo de saberes va más allá de una consulta sobre percepción, involucra a los pueblos originarios en la toma de decisiones de pequeños y megaproyectos pensados en su territorio, pues el impacto en su patrimonio inmaterial está en juego; la transmisión de los saberes a las futuras generaciones podría disminuir e incluso interrumpirse con proyectos mal planteados, que desde la actual perspectiva, fortalecerían las actuales políticas hegemónicas con las que el pueblo maya lucha para preservar su patrimonio y territorio.

Pensar en este momento en un estudio de factibilidad y antropológico del impacto del proyecto del tren es como estar buscando la pregunta de investigación a los resultados que ya se saben: se ve imposible que el proyecto se cancele por los resultados de investigación encontrados,para un proyecto que ya inició su proceso de licitación.

NECESIDAD DE PRIVILEGIAR EL DIÁLOGO DE SABERES

Por lo tanto, ante esta realidad, en todos los estudios pendientes porrealizar se deberá privilegiar el diálogo de saberes en la preservación del patrimonio cultural, especialmente para la cultura maya.

Los estudios deberán considerar al patrimonio cultural en todos sus ámbitos, materiales e inmateriales, pero principalmente en su filosofía de habitar el territorio, pues el patrimonio maya pasa sobrelas categorías del patrimonio cultural, para ampliarse al patrimonio biocultural.

Este diálogo de saberes está presente en lo que por ley se obliga en la elaboración de proyectos de este tipo, la implementación de consultas que deben ser previa a la implementación de los proyectos, culturalmente adecuada, informada y comprensible en la lenguas de los pueblos originarios, libre y de buena fe con la ausencia de cualquier tipo de coerción y fuera de un ambiente hostil. Aspectos que todavía no se perciben en muchas de las consultas realizadas.

La consulta y toda propuesta de proyecto deberá privilegiar la protección de la forma de habitar el territorio del pueblo maya, lo que conlleva la preservación de las formas de habitar el espacio doméstico, el público y el territorio, las prácticas socioculturales y rituales que son expresiones de cómo se habita el territorio. Territorio que en la cosmovisión maya tiene designado un dueño, un cuidador, que lo protege de la acción nociva del hombre.

En este sentido, pedir permiso para habitar este territorio no es un acto público y político, pedir permiso conlleva un compromiso de cohabitar el territorio, de proteger, procurar, convivir y de retribución a la naturaleza de la cual se obtiene lo necesario para vivir. El k’éexes dar por lo que se va a recibir, es agradecer por los beneficios obtenidos.

Hasta ahora los megaproyectos y proyectos turísticos han dado a cambio al pueblo maya la destrucción de su entorno natural, la comercialización de sus espacios rituales, el despojo de su tierra, enfermedades y pobreza; así como el cambio de la vida vinculada al territorio, a la milpa, a la naturaleza, por la vida del neopeonismo.

SIGLOS DE RESISTENCIA

Desde la llegada de los españoles el pueblo maya ha enfrentado un colonialismo que por siglos implantó otra forma de pensar y vivir diferente; cuando este periodo colonial terminó empezó el periodo del colonialismo interno que hasta hoy permanece oprimiendo al pueblo maya y otros pueblos originarios de México, con políticas públicas hegemónicas que siguen imponiendo modelos de vida desarraigados del territorio.

Siglos de resistencia marcan el patrimonio del pueblo maya y la resiliencia que ha desarrollado, la cual ha permitido que se preserve viva la cultura maya, esa cultura de la que tanto se habla hacia el exterior.

Si el patrimonio cultural de los mayas vivos está vinculado al territorio, a la filosofía de habitarlo, todo proyecto pensado en esta región, no sólo deberá evitar el impacto negativo que se ve venir al no tener realizada las consultas correspondientes, al estar mercantilizando su nombre, sino que deberá procurar evitar la peonización de su pueblo, folclorizar su identidad que perpetúa el colonialismo interno con una oferta de empleo que promete la desvinculación al territorio; ya que hasta ahora, el proyecto parece estar pensado para el beneficio de los empresarios que invertirán, sin una clara perspectiva de involucramiento del pueblo maya en los posibles beneficios.
La voz de los mayas no sólo debe estar en lo que por ley les corresponde: la consulta sobre la factibilidad y estrategia del proyecto, sino también en la participación de la gestión de su territorio ante los megaproyectos que el gobierno ha decidido implementar.

Hasta ahora no hay opción: el impacto es inminente y el patrimonio cultural material es el único que está parcialmente protegido por la Ley Federal de Patrimonio Arqueológico, Histórico y Artístico. Menciono la protección parcial porque la ley no incluye al patrimonio vernáculo de los mayas, fuertemente afectado por las políticas públicas hegemónicas de vivienda rural.

El patrimonio inmaterial de los mayas y en sí, el patrimonio biocultural ligado al territorio no está protegido y será el primero en sufrir afectaciones; de hecho ya lo está resintiendo con la pérdida de tierras, con la pérdida de la biodiversidad ante la deforestación de su selva, con la disminución en la práctica de la milpa.

EL PAISAJE CULTURAL DE YUCATÁN

El patrimonio material, junto con las prácticas socioculturales y la vegetación, conforman el paisaje cultural del Estado de Yucatán; paisaje cultural del pueblo maya que en la actualidad es vendido como imagen en artesanías de recuerdos por la visita a estas tierras, pero que en la realidad este paisaje cultural está constantemente afectado por políticas públicas que destruyen y sustituyen sus edificaciones vernáculas, sus ceibas, sus espacios abiertos, sin importar las consecuencias en el patrimonio inmaterial que se desarrolla en ellos.

Si en verdad hay una postura intercultural de diálogo de saberes se deberá replantear todo antes de dar por aprobado el proyecto del tren maya. Deberá existir estudios de impacto basados en las premisas antes mencionadas.

La toma de decisiones en el territorio maya deberán ser consultadas a nivel de asambleas ejidales, no de representantes estatales o regionales. Se debe privilegiar la preservación y fortalecimiento de la identidad cultural y la forma de vida del pueblo maya, vinculada a su territorio y a su filosofía.

Es el momento propicio para promover la protección de este patrimonio inmaterial con la preservación de sus escenarios de aprendizaje. Es una oportunidad para saldar deudas pendientes con el pueblo maya y comenzar a legislar por la protección del patrimonio inmaterial del pueblo yucateco y maya; siempre a través del diálogo de saberes y una postura intercultural.

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