En su publicación semanal Desde el herbario, el Cicy explica de manera sencilla a Fonatur la importancia de las selvas. Firman Casandra Reyes García, Celene Espadas Manrique, Alejandra García Quintanilla (UADY) y Manuela Tamayo Chim.
Ante las declaraciones del 5 de febrero del director de FONATUR Arq. Rogelio Jiménez Pons “Es muy fácil decir de repente que no haya desarrollo. No podemos ser a ultranza conservacionistas cuando tenemos tanta miseria; tenemos que crear desarrollo y el desarrollo va a tener afectaciones al medio ambiente, obvio. Pero primero va la gente. No ganamos nada como país con tener jaguares gordos y niños famélicos; tiene que haber un equilibrio. Sí tiene que haber jaguares bien comidos, pero con niños robustos y educados y capacitados. Ése es el tema: muchas veces va a implicar afectar el medio ambiente, pues remediemos las afectaciones… ¿Cuál es la razón final- mente que un santón de la ecología lo quiera parar? yo no lo entiendo a no ser que sea de intereses” (Ramos 2019), queda claro que es importante que los biólogos difundamos mejor las razones por las cuales estamos preocupados por el impacto que el Tren Maya pueda tener sobre la selva del sureste mexicano, y las consecuencias de esto sobre el bienestar de todos.
Nuestra preocupación es que al entrar el tren a la Reserva de la Biósfera de Calakmul y darle conectividad con el turismo masivo de Cancún y la Riviera Maya, esto pueda derivar en un colapso ecológico.
Un colapso ecológico se define como una situación donde el ecosistema sufre una serie de cambios irreversibles que afectan a gran parte de sus organismos y resulta en una extinción masiva. Este colapso ecológico no sólo compete a la flora y fauna del lugar, sino que repercute di- rectamente sobre todos los seres vivos, incluyendo los humanos, que nos benefi- ciamos de los servicios que la selva nos brinda. Son estos servicios los que no se han valorado en las sociedades occidenta- les actuales y que requieren ser visibilizados y señalados ante declaraciones como la arriba citada.
Servicios ecosistémicos de la selva. Dentro de los servicios más importantes que las selvas nos proveen, está el de ser los pulmones del planeta; la densa vegetación de la selva absorbe el dióxido de carbono y libera el oxígeno que respiramos. El dióxido de carbono es liberado al aire al quemar combustibles y es hoy en día uno de los principales gases de efecto invernadero, que contribuye al calentamiento global. Los árboles lo absorben y lo fijan en sus troncos y raíces por un tiempo prolongado, siendo el arma más importante con que contamos para frenar el cambio climático.
Los árboles también regulan la temperatura del ambiente al captar la radiación del sol en sus hojas y utilizar su energía para construir azúcares en el proceso de la fotosíntesis. Para evitar sobrecalentarse, las plantas liberan pequeñas gotas de agua por sus hojas, las cuales al evaporarse absorben gran cantidad de energía disminuyendo la temperatura en un proceso llamado transpiración. Esto hace que, en las horas de más calor, la diferencia de temperatura bajo un árbol y a pleno sol pueda llegar a ser de 10°C (Reyes-García y Es- padas- Manrique 2016).
Otro de los grandes servicios es el de proveer agua. Se ha visto que las grandes extensiones de bosques o selvas favorecen la formación de nubes por el vapor de la transpiración (Moreira et al. 1997), promueven la lluvia localmente porque las masas de aire cargadas de agua chocan contra ellos e incluso se plantea la hipóte- sis de que los árboles liberan compuestos volátiles que favorecen la formación de gotas de lluvia (Andreae et al. 2002). También se ha visto que las raíces favorecen la infiltración del agua al manto freático. Todo esto contribuye a que las zonas de selva fomenten la recarga de agua al manto freático (Orellana-Lanza y Espadas-Manrique 2016).
La fauna de las selvas contribuye al control natural de plagas, así como a servicios como la polinización. La polinización por vertebrados e insectos permite que las plantas puedan producir frutos. Este tipo de polinización es requerida por la gran mayoría de los vegetales que comemos, por lo que la muerte masiva de las abejas o los murciélagos podría atentar contra la producción de alimentos. Finalmente, los grandes mamíferos como el jaguar y el puma, controlan poblaciones de herbívoros ayudando a la regeneración de las plantas en los bosques.
También hay servicios ambientales de aprovisionamiento que son tangibles, que se extraen de la selva, como madera, leña, frutos, plantas medicinales, colorantes, especias, animales para caza (ver revisión de servicios ecosistémicos en Myers 1996).
Por último, hay servicios culturales, pues la naturaleza es parte intrínseca del ser de los pueblos originarios, son un importante valor intangible no sólo para el bienestar de esos mismos pueblos (su derecho fundamental) sino para la selva misma, pues sus prácticas y pensamientos buscan establecer una relación de armonía, lo menos depredadora posible con la naturaleza. Además, independientemente de la cultura, se ha visto que el contacto con la naturaleza reduce el estrés y promueve la socialización, haciéndonos más felices y sanos (James et al. 2015).
Posible colapso ecológico en el sur de la Península de Yucatán. Teniendo en cuenta la importancia de los servicios ambientales, es preocupante el efecto que puede tener la construcción de la ruta que recorre las estaciones de Tulum-Carrillo Puerto-Bacalar y Bacalar- Calakmul-Escárcega, denominadas Caribe I y Selva 2, respectivamente (Figura 1). Estas rutas atraviesan porciones de la península de Yucatán que aún albergan zonas de vegetación conservada, donde se encuentran dos de las áreas naturales protegidas más importantes de México: la Reserva de la Biósfera de Calakmul, que por su extensión de selva continua constituye la segunda reserva de selva más importante de América tropical, sólo después de la Amazonia y la Reserva de la Biósfera de Sian Ka’an, que alberga un sistema de ríos subterráneos de agua dulce que interconectan cenotes y petenes, y que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Las vías acrecentarían la fragmentación y la pérdida de conectividad ecológica entre ambas Reservas. Si bien nos preocupa salvaguardar los ecosistemas durante la construcción y operación del tren, esta puede ser la menor amenaza, si se compara con el efecto del llamado “progreso y desarrollo” que viene después.
En el corazón de la Reserva de Calakmul se encuentra una zona arqueológica que ha sido denominada Patrimonio Mundial Mixto por la UNESCO (Secretaría de Cultura 2014) y que se pretende potenciar como un nuevo atractivo turístico (Figura 2). Actualmente, la zona es de difícil acceso, debido a su rol principal en la conservación. Posee muy poca infraes- tructura en restaurantes y hoteles y recibe menos de 40 mil turistas al año. Al conectarla con el tren se espera que de los casi 17 millones de turistas que llegan al año a Cancún (Secretaría de Turismo 2018), unos 3 millones lleguen a visitar Calakmul.
El crecimiento de la Riviera Maya nos da un claro ejemplo de lo que pasa con estos tipos de desarrollos. Ahí se ha tenido un crecimiento poblacional exponencial desde 1980, aumentando en un 70 %; la gran mayoría de los habitantes han llegado de fuera del estado de Quintana Roo para la construcción de la infraestructura hotelera, restaurantera, etc. y la prestación de servicios (datos 1980-2005; Ru- bio Maldonado et al. 2010). En el proyecto Riviera Maya se dijo en repetidas ocasiones que se iba a mantener un desarrollo responsable con el medio ambiente y de bajo impacto, y que traería consigo bienestar; pero la situación muestra un panorama donde la población local fue reubicada y donde la biodiversidad ha sido fuertemente impactada; muestra de ello son los ecocidios tanto en el mar como en la tierra, donde el coral, las selvas y los manglares han muerto (Revisado en Ru- bio Maldonado et al. 2010).
Las promesas del desarrollo sostenible han sucumbido ante la constante presión de expandir la oferta turística, con una demanda de cuartos e infraestructura creciente. En las playas de Tulum aún no hay electricidad, acorde con la idea de que esas zonas no iban a desarrollarse para el turismo masivo. Sin embargo, los hoteles ya no son ecológicos. Ahora hay generadores de diésel para mantener los aires acondicio- nados que requieren los turistas, contaminando de ruido las playas día y noche, y que junto con los RAVES, inundan de ruido y luces una selva, donde quien tiene patas ya habrá corrido (Wiedeman 2019). ¿Es este el futuro que queremos para Calakmul? ¿Puede este tipo de perturbación derivar en un colapso ecológico?
La vegetación primaria de la península de Yucatán prácticamente está restringida dentro de las áreas naturales protegidas, en su mayoría dentro del perímetro de la reserva de Calakmul (Figura 3). Este tipo de vegetación es el que no ha sido aun fuertemente perturbada ya sea por las personas o por causas naturales, como los huracanes. La vegetación primaria conserva por lo general una estructura más compleja y de mayor diversidad. Una gran parte de la Península está cubierta de vegetación secundaria, la cual ya ha sido fuertemente perturbada y se encuentra en algún punto de regeneración.
Los servicios ambientales de la selva se dan por sentados y se piensa que, si siempre han sido así, lo seguirán siendo. Sin embargo, antes también veíamos como la basura tirada en el mar desaparecía en su vasta extensión sin aparente consecuencia; mientras que hoy día sabemos que hay islas enteras de basura y que las poblaciones de peces y mamíferos mari- nos han decaído a causa de la gran contaminación.
Lo mismo sucederá con la selva, solo será visible su colapso cuando este se acerque al punto de quiebre, donde difícilmente podrá ser reversible. La destrucción de la poca selva que nos quede puede llevar a que los grandes mamíferos no tengan suficiente comida y refugio y mueran. Con esto los herbívoros aumentan, y disminuye la regeneración de la ve- getación, que igualmente ya se habrá visto afectada por la falta de polinizadores y por el calentamiento en las zonas deforestadas. Esto deriva en que una vez que los grandes árboles mueran, no haya reclutamiento de individuos jóvenes. Entonces cambiarán las lluvias, se vaciarán los mantos freáticos, subirán las temperaturas y los cultivos no serán polinizados.
Si bien este escenario es catastrófico, ya la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha advertido que “es necesario adoptar medidas urgentes a una escala sin precedentes para detener y revertir esta situación y proteger así la salud humana y ambiental” (Sánchez y Planelles 2019).
México es el primer país en elaborar y aplicar una ley General de Cambio Climático (2012) y ha desarrollado estrategias como el Programa especial de Cambio Climático 2014-2018 (2014), ha firmado acuerdos internacionales donde se compromete a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y frenar la deforestación. Sin embargo, si, el proyecto Tren Maya no hace un análisis exhaustivo del impacto ambiental, social y económico que causaría, claramente impactaría en dirección opuesta a estos acuerdos. La destrucción de la selva impactará primero a los más pobres. Estos serán los primeros en ver la disminución de la miel en sus apiarios y de las cosechas en sus milpas. Por esta razón, es importante detenerse y hacer un verdadero análisis de los impactos del Tren Maya y modificar su ruta para salvaguardar la selva.